Por más valoraciones que se puedan hacer, la muerte de alguien siempre es un momento que hay que tomar con mucha seriedad, porque siempre hay deudos, hay familiares y amigos que querían al difunto -aunque él no te simpatice-
Hace un semestre leí un libro de esos que considero claves para cualquier periodista y para cualquier interesado en la Historia con mayúsculas. "Los zarpazos del Puma" de Patricia Verdugo me hizo reafirmar mi opinión acerca del oprobioso régimen pinochetista, los abusos cometidos contra los Derechos Humanos y los más de 30.000 desaparecidos que todavía hoy sus familiares esperan por sus restos.
En ese libro, la periodista detalla a través de entrevistas, informes y datos lo que la llamada "Caravana de la Muerte" realizó en octubre de 1973, el asesinato selectivo de opositores al nuevo régimen de facto que tomó el poder luego del infame derrocamiento del presidente Salvador Allende.
Sus seguidores seguirán insistiendo en que Pinochet los libró de la "maldición comunista" y si bien económicamente el gobierno de Allende era bastante caótico, está claro que el precio político de 17 años de dictadura y las heridas de una sociedad hoy dividida por una figura que los separó, -esperemos que no para siempre- es demasiado alto como para justificar un superávit que agrada al FMI.
Por otro lado, lo que verdaderamente es lamentable es la impunidad. Si Pinochet no hubiese dado largas a sus apariciones en los tribunales por su estado de salud y hubiese dado información sobre lo ocurrido en su régimen, probablemente no estaríamos pensando que la justicia es casi siempre paquidérmica, lenta e injusta. Por esas ironías del mundo, hoy es el Día Internacional de los Derechos Humanos, lástima que los deseos casi nunca se hacen realidad, sino a través de la lucha, el sacrificio y la vida de miles de personas que cada día intentan hacer al mundo un poco más vivible.
domingo, diciembre 10, 2006
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