sábado, agosto 04, 2007

La colmena abandonada


La colmena está vacía. No sólo está vacía, su pasillo parece que nunca hubiese sentido los pasos presurosos de estudiantes que mañana y tarde lo recorren buscando profesores, notas, otros compañeros… esos otros compañeros que comparten cinco años de nuestra vida, que si es necesario, salen a defender los derechos de otros que no se quejan ni protestan, porque creen en esos valores que les enseñó el Magis Ignaciano.

Esa colmena nos albergó durante cinco años que comenzaron con un paro casi nacional de tres meses y terminó con el “despertar” de un mayo atípico del 2007, con nuevos rostros que lideraban una protesta espontánea, fundamentada en la libertad, la democracia y la reivindicación del diálogo y los derechos políticos y civiles.

Ahora no tiene vida, es solitaria y casi lúgubre porque el cielo comienza a ennegrecerse y una inminente lluvia está por caer en Montalbán. Algunos empleados de limpieza sacan basura y trastos viejos de las oficinas, las secretarias y vigilantes siguen trabajando hasta el día siguiente, cuando por fin podrán dejar ese recinto donde a diario nos atendían nuestros reclamos sobre un profesor abusivo o nos recibían los recaudos de las inscripciones con su respectiva agenda.

Encuentro al ex director de mi escuela, Max Römer, que me asegura que estará en nuestra graduación el próximo año, mientras se lleva sus efectos personales a otra instancia de la universidad, donde continuará la campaña institucional de esta alma mater, quizás esta vez tenga suerte y no utilicen las letras auto adhesivas para escribir “gay” en los baños.

Teníamos muchas quejas con la universidad y con nuestra escuela por muchas razones, académicas, financieras, sociales y muchos no las ocultábamos, so pena de parecer políticamente incorrectos. Pero también fuimos testigos del arraigo ucabista en muchas ocasiones: en las protestas estudiantiles frente a la universidad y fuera de ella, en los diversos eventos que se realizaron en ella y para los futuros graduandos, cuando en el encuentro con el rector lloramos incontrolablemente por esa casa que nos había acogido durante cinco años. Si, es MI casa y lo digo con orgullo.

La sentí mas mía cuando antes del movimiento de mayo, dormimos en ese pasillo entre la colmena haciendo una vigilia por la libertad de expresión. Y aquel día dentro de las protestas, estábamos “encerrados” en ella y cuando tuvimos que salir porque los policías atemorizados por represalias de grupos chavistas, nos obligaron a salir de manera expedita –y un poco de forma delictiva- de la universidad. En esas dos ocasiones, la UCAB me perteneció más que nunca y yo me sentí orgullosa de pertenecer a ella.

Todavía me pertenece, pero ya no es lo mismo. Ya nada será como antes. He abandonado la universidad para siempre, podré dar clases, sentarme en el grasetín, en la feria pero ya soy old school, no soy estudiante de pregrado. Ya soy una adulta seria que ya se graduó, ya estoy “vieja”.

Me arrepiento de haber hecho algunas cosas que pude haber mejorado y también me arrepiento de no haberme involucrado tanto con la universidad como podría haberlo hecho, pero ya no hay tiempo. Sólo aguardo con ansias el “Marchando a tu destino impávida…” cuando de toga y birrete estaremos todos los graduandos cobijados bajo el Aula Magna subiendo al podio a recibir la prueba concreta de que logramos saltar todos los riscos para construir el pedestal de nuestros pabellones.

¡Felicidades, ucabistas!